¿Y la cultura de la seguridad, pa’cuándo?

Los fenómenos naturales como el sismo del pasado 7 de septiembre de 2017 que afectó principalmente a los estados de Chiapas, Tabasco y Oaxaca permiten ver de manera muy evidente lo mejor y peor del ser humano y nuestra sociedad mexicana. Desde gente que roba hogares abandonados y la ayuda (en especie o dinero) que se envía o recibe; personas que lucran con el desastre; hasta actos de heroísmo. No dudo que entre las personas que han recibido (y seguirán) recibiendo la ayuda solidaria para los afectados, estén agradeciendo y relamiéndose los labios por la tajada que se llevarán, por lo que se robarán pues. Tampoco dudo de la generosidad de los que están ayudando y seguirán haciéndolo en los ámbitos de su capacidad y competencia. Siempre queremos creer, autoconvencernos, que son más las personas honestas y de buen corazón que los malos; a esta edad y viendo la situación actual del país a veces lo dudo, o por lo menos, me cuestiono si siendo menos los malos, quizá son más eficientes que los buenos.

La situación en la que nos encontramos como país y que se evidencia en un desastre como el sismo reciente, es culpa de todos. En particular, los ciudadanos hemos dejado que los servidores públicos, dejen de ser servidores y que en lugar de hacer política se dediquen a hacer politiquería, es decir, a tratar con ligereza y superficialidad los asuntos públicos. Una muestra de esta ligereza es la forma en la que los politiqueros han hecho a un lado a los estudiosos, a los expertos y los técnicos en prevención de desastres y atención de emergencias.

Me resulta incomprensible cómo es posible que un país gaste en la educación de sus ciudadanos desde el nivel primaria hasta licenciatura, e incluso en algunos cuantos casos en estudios de maestría y doctorado; y luego simplemente los ignore a la hora de la toma de decisiones de carácter técnico, como por ejemplo en adoptar y promover una cultura de la seguridad, de prevención de desastres, y el establecimiento de planes de emergencia. Las fallas y carencias del sistema de Protección Civil, que surgió como resultado del sismo de 1985, en los ámbitos federal, estatal y municipal es más que evidente aun sin haber estado en el lugar de los hechos, solo basta ver la forma en que se ha estado atendiendo la crisis. De hecho, qué tal evidente debió haber sido el vacío, que entiendo que fue o será removido el titular de Protección Civil del Estado de Oaxaca, y ya se escuchan nombres de su posible sucesor. Seguramente, a menos que el desastre realmente haya tenido un impacto profundo y genuino en los tomadores de decisiones, será alguien cuyo perfil académico y profesional tendrá poca a nula relación con la cultura de la seguridad, análisis de riesgos, planes de emergencia, etc. Pero seguramente asumirá sus funciones con la misma disposición que lo hizo el actual Secretario de Relaciones Exteriores: “vengo a aprender”.

Esta nota solo tiene la pretensión de liberar un poco mi frustración, coraje y tristeza; una disculpa si leíste hasta aquí. ¿Cómo es posible que hayan pasado 86 años del sismo del 14 de enero de 1931 y 32 años del sismo de 1985 y estemos como estamos? ¿Y la cultura de la seguridad, pa’cuándo?

Dr. Puck
17 de septiembre de 2017.

 

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