Recuerdos y anécdotas, antes de que se me olvide, más…

Siempre fue un ritual de despedida triste y doloroso. Disfrazado de alegría y prisa que ni a ti, ni a mí logró engañar alguna vez. Era nuestra forma de hacerlo. Con tu semblante más adusto que de costumbre, como si fuera una despedida cotidiana, me decías: “Apúrate, ya te están esperando, se te va a hacer tarde”. Mientras yo, como queriendo prolongar unos segundos la ineludible separación, buscaba una botella de agua o abría la vitrina de dulces para tomar uno o dos paquetes de chicles. Hasta que al fin llegaba el momento inevitable. “Bueno, ya me voy” te decía. Sí, sí córrele, ya tu papá te está esperando en el estacionamiento y los chamacos también, era tu respuesta. Algunas veces, llegábamos al acuerdo tácito de que no habría abrazo de despedida, sino que bastaría hacerte un cariño en tu espalda, para decirte nuevamente “ya me voy…”

Durante los 33 años de los 35 años que estuve fuera de Oaxaca ese fue nuestro ritual de despedida los primeros días del año nuevo, cuando llegaba a su fin el periodo vacacional de fin del año anterior. Sin embargo, el tres de enero de 2008 el ritual de despedida fue diferente, muy diferente, pues habías decidido, cada vez estoy más convencido de ello, que había llegado a su fin tu misión entre nosotros. Iniciaste tu viaje a la eternidad y ese año sería la primera vez que ya no pude despedirme de ti cuando me regresé a Cuernavaca.

Mamá, me sigues haciendo falta, mucha falta y, sin embargo, la vida continúa.

3 de enero de 2016.

Diez años después, me sigues haciendo mucha falta. Si bien el dolor agudo y el llanto han disminuido, el vacío sigue, la tristeza sigue. Los diciembres (y todos los meses) son muy diferentes sin ti. Trato de emular tu fortaleza y hacer, como dice el poema escoces que siempre tengo a la mano, lo que te gustaría: sonreír, abrir los ojos, amar y seguir.

3 de enero de 2018.
Dr. Puck.

Época / año: General Physics / 2008