A veces mi íntimo e ínclito amigo se pone impertinente y le da por escribir cosas que yo no entiendo mucho, creo que lo hace principalmente para desahogarse. Sin embargo, lo comparto porque quizá a alguna persona le resulte interesante y quizá hasta de ayuda.
Una de las mayores frustraciones de la mayoría de los técnicos (científicos, académicos, tecnólogos) es ser ignorados sistemáticamente en tareas que son evidentemente técnicas, tal es el caso de la gestión de riesgos y una cultura de la seguridad, y Oaxaca sigue siendo un ejemplo de ello.
Oaxaca es un estado de alto riesgo en el que frecuentemente ocurren eventos perturbadores naturales (e.g. sismos, huracanes, sequías) y otros eventos causados por el hombre, cuyo efecto causa la pérdida de vidas y muchos daños materiales; solo basta darle una revisada a las declaratorias de desastre publicadas por la Secretaría de Gobernación para aplicar los recursos del Fondo Nacional de Desastres (el famoso FONDEN). A pesar de ello seguimos sin tener instituciones públicas, servidores públicos, reglamentos, normas y prácticas transversales que muestren una evidente (que se haga sentir en todo su quehacer y en todo momento) cultura de la seguridad. Y conste que tenemos una flamante “Ley de Protección Civil y Gestión Integral de Riesgos de Desastres para el Estado de Oaxaca”. Por el lado de la sociedad, la situación tampoco es muy halagadora que digamos.
Lamentablemente lo que es evidente es lo contrario, es decir, ejemplos que muestran que no existe un manual de procedimientos para atender emergencias y buenas prácticas de seguridad. Veamos lo que ocurrió poco después del sismo de M7.2 a 11 km de Pinotepa Nacional el pasado 16 de febrero de 2018.
Muy probablemente, como respuesta a la fuertes críticas que hubo por parte de la sociedad en el pasado sismo del 7 de septiembre de 2017, ahora se tomó la decisión de llegar al lugar de mayor afectación lo más pronto posible. Excelente, muy loable, pero esa tarea requiere que se realice dentro del contexto de una adecuada cultura de la seguridad y siguiendo procedimientos establecidos.
- Visto desde afuera, parece que se confunde rapidez con eficacia. Por supuesto que los servidores públicos de mayor nivel están presionados porque si llegan tarde, les chiflan; si son los primeros en llegar, les chiflan porque son protagónicos y solo quieren tomarse la foto.
- Sin embargo, buena parte de esta presión se la podrían quitar con un adecuado Manual de Procedimiento de atención a emergencias, el cual, en principio, debe ser suficiente para que la población se sienta atendida y apoyada.
- La presencia de altos servidores públicos por supuesto que es bienvenida porque la población siente su solidaridad, sin embargo, esto no logra en la mayoría de los casos lo que un adecuado Manual de Procedimientos de Emergencia lograría.
- El señor Gobernador como líder formal, les guste o no les guste a algunos, es positivo que llegue al lugar del desastre siempre y cuando se haya seguido un procedimiento que al evaluar las alternativas indique que su presencia contribuye (y no entorpece) a la atención del desastre.
- Sobre simplificando el problema, ¿qué es mejor, estar al frente en el C5, o en el lugar del desastre en donde probablemente tendrá restricciones de comunicación o suministro eléctrico?
- ¿No será mejor que los expertos en evaluación de daños (first responders, ver abajo) determinen que se está ante una situación de Nivel X y que ese nivel de desastre implica la entrada a y aplicación de un conjunto de procedimientos de emergencia?
- En algunas industrias (petrolera, aeronáutica, nuclear), es común que los Procedimientos de Emergencia indiquen que lo primeros en responder una emergencia (first reponders), incluyendo ir al lugar del incidente, sean los expertos en seguridad y evaluación de daños.
- El director de alguna aseguradora no va a evaluar los daños de un accidente por más aparatoso que sea, va el ajustador.
- El director de Pemex no va a un pozo petrolero cuando ocurre un accidente, se envía al personal del grupo de análisis de seguridad y evaluación de daños.
- El director de una aerolínea no va al lugar de un accidente, se manda al personal de ayuda en tierra y los expertos que conducirán la investigación.
- Un adecuado Manual de procedimientos de emergencias debería contemplar enviar en la misma aeronave al mínimo número de los principales tomadores de decisiones relacionados con una posible respuesta a un desastre.
- Una de las premisas para ayudar en un desastre es que el que quiere ayudar está bien y no se expone al riesgo; algo parecido a lo que ocurre cuando en un viaje aéreo comercial se les informa a los pasajeros que si hay que usar mascarillas para suministrarse oxígeno primero se aseguren los adultos tenerla bien puesta y funcionando antes de pretender ayudar a los menores.
- Un adecuado Manual de procedimientos de emergencias debería hacer referencia y seguir los Procedimientos de operación normal.
- ¿Bajo las órdenes de quien estaba el piloto del helicóptero que se usó para el traslado?
- Un piloto militar está entrenado para recibir y ejecutar órdenes; si le dicen aterriza trata de aterrizar. Le cuesta mucho trabajo (insisto por su entrenamiento, no por falta de capacidad) ponerse en el contexto de un piloto civil.
- ¿Qué dice el procedimiento de operación normal para las condiciones en que se intentó aterrizar la aeronave?
En fin, con base en algunos síntomas del dominio público sigo teniendo la sensación de que todavía no tenemos un adecuado Manual de Procedimientos de Emergencia y una notoria falta de cultura de la seguridad. Ojalá que las autoridades responsables de la atención de desastres recurran pronto a los técnicos en las diversas áreas que se requieren.
Dr. Puck
19 de febrero de 2018.