Directorcito, debut y… suspendido.

Recuerdos y anécdotas, antes de que se me olvide, más…

Recientemente, una amiga me compartió su alegría y temor porque inesperadamente le solicitaron que coordinara un grupo de trabajo. Inmediatamente, me puse a rememorar una anécdota similar en mi vida, que es la que ahora comparto.

No voy a contar todos los hechos que la antecedieron porque sería largo y aburrido, así que solo quiero mencionar brevemente mi larga relación, en diferentes periodos, con el entonces Instituto de Investigaciones Eléctricas (IIE). El IIE nos dio la oportunidad a varios egresados de la primera generación de Ingenieros en Energía de la UAM-I de hacer allí nuestro proyecto terminal, bajo la dirección de algunos de sus investigadores. A finales de 1978, Jaime, Luis y yo, diseñamos un pequeño refrigerador solar, bajo la asesoría del Dr. Nicolás. Posteriormente (1982), el Instituto me apoyaría para hacer mis estudios de posgrado en el extranjero y me recibiría (1987), repatriado, ya como doctor, en la entonces División de Fuentes de Energía.

Una de las frustraciones que continuamente experimentan los investigadores en México, además de la notoria falta de apoyo económico, es el engorroso laberinto administrativo de las instituciones. Mi “inteligente” diagnóstico fue que una de las razones era que académicos e investigadores con carrera eran promovidos a áreas de coordinación o dirección porque no había otras alternativas de crecimiento, pero esto convertía a un buen técnico en un mal administrador. Poco después de que se me ofreció (1990) coordinar un grupo de trabajo fuera del IIE, en la Comisión de Seguridad Nuclear y Salvaguardias, comencé una Maestría en Administración. Varios años después, en 1997, regresé al IIE, como Director de Administración y Finanzas (DAF). Había llegado el momento de hacer algo por volver más eficiente la administración del Instituto y hacerles la vida más fácil a los investigadores, o por lo menos intentarlo.

Eran mediado del año 2001, cuando el entonces director del IIE tuvo algunos problemas. Un día, alrededor de junio, en la tarde, noche recibí la llamada de la secretaria particular del Director General de la Comisión Federal de Electricidad, para informarme que el director nos recibiría en su oficina al día siguiente, alrededor de las doce horas; que hiciera los arreglos para asegurar que todos los directores de división estuvieran allí (en esa época el IIE tenía cuatro divisiones técnicas, una de apoyo y la DAF). El IIE era una entidad paraestatal cuyo presidente de la Junta Directiva, máxima autoridad de este, era el director de la CFE. Es decir, nos estaba convocando el jefe, quien tenía entre sus facultades nombrar y destituir al director del Instituto.

Llegamos a la oficina del director de la CFE en la ciudad de México, anunciamos nuestra llegada y esperamos en la misma sala de juntas en donde usualmente se realizaban las llamadas reuniones de Junta Directiva del Instituto. Después de unos minutos, la secretaria particular salió a informarnos que el director nos recibiría en breve y preguntó: ¿Quién es el Dr. Gerardo Pérez‑Ramírez?; “yo”, respondí. “Acompáñeme”, dijo dirigiéndose a mí. Ya en el pasillo que conducía a la oficina del director, me comentó, el ingeniero, antes de salir, quiere hablar con usted.

Llegamos a la oficina, la secretaria particular le anunció al director: Ingeniero, ya está aquí el Dr. Pérez‑Ramírez; al mismo tiempo que me señalaba que entrara a la oficina. Caminé unos cuantos pasos, vi cómo se levantaba el director quien se encontraba con el Director de Explotación (o Producción, no recuerdo bien) para dirigirse hacia mí y decirme, en lo que fue prácticamente un monologo, lo siguiente:

  • Bienvenido doctor, me da mucho gusto conocerlo.
  • Usted mejor que nadie sabe que el director del Instituto tiene algunos problemas.
  • Necesito nombrar interinamente a un director, ya después veremos.
  • Revisé su currículo y le pido que se haga cargo del Instituto.
  • Recuerde la situación particular por la que está pasando el Instituto, así que le pido que se maneje con bajo perfil.
  • Cualquier cosa que necesite por favor diríjase con el Director de Explotación. Dirigiéndose a éste, le dijo, dale tu teléfono y apoya al doctor en cualquier cosa que necesite.
  • Muchas gracias doctor. Le indicó al Director de Explotación que por favor me acompañara, diciéndole: en un momento los alcanzo.

Así, entre la confusión de conocer al director de la CFE, en una oficina muy ordenada y con varios monitores grandes de computadora en donde se desplegaba la situación de toda la red eléctrica del país y la noticia recibida, solo alcancé a decir: Muchas gracias por su confianza. El director amablemente se despidió de mano de mí, y salí acompañado del Director de Explotación. A la salida de la oficina, me detuve para que pasara, pero el ingeniero me dijo: No, por favor, después de usted doctor. Ya en la sala de juntas, regresé a mi lugar. El Director de la CFE salió y les informó a los directores de división que me había pedido encargarme de la dirección del IIE y les solicitó que me apoyaran, fin de la reunión.

Ya afuera de la oficina, algunos directores de división insistieron que teníamos que celebrar. Algo me decía que no lo hiciera, pero terminamos comiendo en un restaurante. Como director encargado, esta sería la mejor y única decisión que tomé durante mi gestión. Durante el regreso, me obligaron a sentarme en el frente, en el asiento del copiloto.

Otra gran sorpresa me esperaba de regreso en Cuernavaca. Ya en el lobby de la entrada principal del Instituto, me despedí de los directores de división, me dirigí a mi oficina, en donde me recibió Caro, mi secretaria y en la pequeña sala de espera había dos personas. Los saludé, entré a mi oficina seguida de Caro, quien me informó que las personas me estaban esperando y que venían de la Secretaría de la Contraloría y Desarrollo Administrativo (SECODAM), antecesora de la actual Secretaría de la Función Pública. Como director de la DAF recibí múltiples visitas y auditorías de la SECODAM, así que no le di mucha importancia. Salí a comentarles que tenía que subir a la dirección general y que regresaría en unos minutos. Subí a la oficina de la dirección general del Instituto, saludé a Estela, la secretaria del director general y le pedí que me acompañara a la oficina del director. Allí le informé lo que había pasado unas horas antes, le pedí su apoyo y le indiqué que cualquier cosa que requiriera la atención del director me la informara, también le informé que por el momento estaría despachando desde mi oficina de la DAF.

Regresé a mi oficina. Le pedí a las personas de la SECODAM que pasaran. Ya estando allí, me notificaron que estaba suspendido. ¡¿Qué?! Casi se me bajaron los tequilas, el vino y, como dicen, los digestivos. En unas horas había pasado de ser director encargado a estar suspendido como servidor público; bienvenido a una de las peores prácticas que existen en la administración pública, usar a las instituciones de fiscalización para quitarse a alguien del camino. Bueno, al menos tuve la satisfacción por situaciones extraordinarias, con base únicamente en mi currículo, pues yo no conocía al Director de la CFE, ser por unas horas director de uno de los mejores centros de investigación y desarrollo tecnológico del país; dicho por la OCDE en un reporte al que tuve acceso unos años antes. Nada mal para este niño de la farmacia, aunque lamentablemente muestra que en la administración pública es casi imposible acceder a puestos de alta dirección por méritos propios y sin padrinos.

Evidentemente las supuestas faltas administrativas eran inexistentes y en unos meses me reintegré al Instituto, pero la oportunidad ya había pasado. A quien o quienes orquestaron esa situación pocas veces los recuerdo y, pasado un periodo corto, siempre deseo que les vaya muy bien. ¡De la que se salvó el Instituto!

 

Dr. Puck
19 de marzo de 2018.

Época / año: IIE / 2001
Nombres: [Gerardo, Doctor, Doc, Dr. Pérez-Ramírez, jefe]

2 comentarios en “Directorcito, debut y… suspendido.

  1. Saludos Wily, es la realidad de nuestro México, desafortunadamente, quisiera comentar ,pero es lomimso,de una forma u otra, me gustaría ver un país diferente, comprometido, trabajador, científico, artístico, cultural,, no se muchas cosas positivas y pocas negativas, no al revés de lo que vivimos.
    un abrazo

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