Raíces Maternas

Recuerdos y anécdotas, antes de que se me olvide, más…

Junto con la terminación del Jardín de Niños que relaté brevemente en “Farmacéutico, chambelán y artista“ empezó un largo camino de confusiones y aclaraciones sobre mi nombre oficial que todavía en estos días me causa algunos problemillas. El nombre que aparece en el Diploma del Jardín de Niños es “Gerardo Pérez García”, o sea, que legalmente el Diploma no me pertenece pues como comenté en el relato “El Niño de la Farmacia”, mi abuela paterna decidió que mi nombre fuera: Gerardo Antonio Pérez-Ramírez García.

Bueno antes de platicar sobre mis años de Escuela Primaria voy a hacer un paréntesis para presentar, brevemente, a mi familia ascendente materna. Seguramente muy pocos piensan sobre lo que a mí me parece uno de los grandes misterios de la vida. ¿Cómo y/o quién determina: cuándo, dónde y en qué familia nace uno? La respuesta no la sé, lo único que sé es que mi familia materna fue la familia “García Reyes”.

Mis abuelos maternos fueron Rafael García y Macaria Reyes, quienes nacieron el diecisiete de agosto de mil ochocientos ochenta y el seis de marzo de mil ochocientos ochenta y seis, respectivamente. Todo parece indicar que mis abuelos fueron oriundos o por lo menos radicados en la Heroica Ejutla de Crespo en Oaxaca. A mi abuelo no lo conocí pues cuando nací, él ya había fallecido. Un día, ya en los años dos mil, por alguna razón vieron o salió en la conversación que yo había hecho algunos muebles de madera y mi tía Eva espontáneamente comentó: claro, igual que el abuelo. Así supe que mi abuelo había sido carpintero.

El primer recuerdo que tengo de mi abuela Macaria es viviendo en la ciudad de Oaxaca en una casa rentada en el centro ((esquina de las calles J. P. García y Valerio Trujano) muy cerca del Mercado 20 de noviembre, enfrente de lo que todos en esa época se conocía como El Barrilito, pues en esa casa de enfrente estaba la embotelladora de refrescos El Barrilito. La ocupación de mi abuela era técnica en producción de ácido etanoico (C2H4O2) mediante fermentación bacteriana o dicho de otra manera, producía y vendía vinagre de frutas. Recuerdo cómo preparaba la fruta (piña, por ejemplo) y la agregaba a los recipientes en donde se iba fermentando para finalmente producirse el vinagre. El vinagre se vendía por cuartos, medios o litros. Desconozco si mi abuela tuvo otro tipo de ingresos pero esta es la única actividad que yo le conocí. Mi tío Constancio fue el heredero de la fórmula secreta del vinagre.

Mi mamá y yo (posteriormente mi otros hermanos) íbamos a visitarla a su casa cada semana con cierta regularidad. Así que pasaba poco tiempo con ella y no recuerdo que ella alguna vez hubiera venido a visitarnos. Mi abuela pasó sus últimos años con nosotros en la Casa de Morelos al cuidado de mi mamá, una tarea más para mi santa madre, por si le sobrara tiempo, y sería además una de varias personas que cuidó. No tengo el año preciso en que murió mi abuela pero fue alrededor de principios de los años ochentas.

Mis tíos maternos, de mayor a menor, fueron: Rafaela, Elodia, Imelda, Constancio, Beatriz y Eva, todos ellos nacieron entre mil novecientos diecisiete y mil novecientos veintinueve, como se puede ver en la foto familiar, misma que fue tomada el primero de enero de mil novecientos treinta y uno.

  • Rafaela – No la conocí, ya había fallecido cuando yo nací.
  • Elodia – Desde que tengo recuerdo de ella, la ubico viviendo en la ciudad de México como secretaria, empleada y posteriormente jubilada por el ISSSTE. Cuando me fui a estudiar a la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) ocasionalmente iba a visitarla a su departamento en la colonia Juárez muy cerca del monumento de El Ángel de la Independencia en la Avenida Reforma y casi siempre después de comer, platicábamos y en muchas ocasiones jugábamos dominó. Muchas veces ganaba yo y me decía: muchachito, se me hace que me está usted haciendo trampa.
    Siempre recibí mucho cariño de ella y era famosa porque en la época de Navidad que pasaba con nosotros en Oaxaca, siempre preparaba algo (a veces algo de pavo, pastel de frutas). Siempre le gustaba aportar algo a pesar de su estrecha situación. Sus cenizas están en la Iglesia de La Merced.
  • Imelda – Ella siempre vivió con mi abuela y padeció un problema de salud crónico que aparentemente le costó prematuramente la vida. A diferencia de todos mis tíos, su piel era blanca por eso todos la llamaban “la güera”. Recuerdo cómo con mucha ternura y cariño me acariciaba y se ponía a platicar conmigo. Siempre muy delicada, suave, cariñosa. Ahora que escribo esto no estoy seguro si descansa en el Panteón General, creo que sí.
  • Constancio – Fue telegrafista (antecesor de los actuales Instagram o Facebook) y estuvo muchos años fuera de Oaxaca y regresó poco antes de jubilarse. Por varios de sus últimos años, él y su familia, vivieron en alguna parte de la Casa de Morelos. Descansa en el Panteón General.
  • Beatriz – Mi querida mamá de quién hablaré mucho a lo largo de estos relatos, nació (al igual que todos sus hermanos) en Ejecutla de Crespo, Oaxaca el veintisiete de julio de mil novecientos veintiséis y falleció el tres de enero de dos mil ocho a los ochenta y dos años. Nunca lo platicamos abiertamente pero estoy casi seguro que solo tuvo la oportunidad de terminar la escuela primaría, cosa que no le impidió volverse la mejor administradora y consejera que mi padre pudo haber tenido. Desde su trinchera siempre ayudó a todos sus hermanos; creo en algún momento de su vida mi madre tomó la decisión que la razón de su existencia eran sus hijos y sus hermanos. Descansa muy en paz en el Panteón General.
  • Eva – La más pequeña de mis tías maternas. Buena parte de su vida radicó en Mérida con su segunda pareja. Al igual que mis tías Imelda y Elodia, siempre recibí mucho cariño de ella, y me llamaba “mi negro santo”. Nunca le puse particular atención a la forma en que me llamaba pero hace algunos años caí en la cuenta que me decía así por la canción de El Feo. Tuvo la oportunidad de conocer varios países pues junto con un sacerdote de quien ella y su pareja eran amigos, participaba en la organización de excursiones al extranjero. Cuando terminé el Doctorado, junto con mi papá y mis dos hermanos, estuvo presente en la ceremonia de graduación (para llegar allí todavía faltan varios años). Sus últimos años fueron difíciles se ayudaba vendiendo manteles y prendas tejidas que ella hacía, y para no variar sus últimos días los pasó en la Casa de Morelos en donde mi madre, una vez más, estuvo pendiente de ella. Descansa en el Panteón General.

Estas son mis raíces maternas de las cuales me siento orgulloso. De todos ellos me he nutrido, han sido mi apoyo y solo espero que les haya devuelto algo de la mucha felicidad que recibí de ellos.

 

Época / año: Toda mi vida
Nombres: [Negro Santo +] Gerardo, Lalo, Lalito, Farmacéutico, chuchín y chuchito

Dr. Puck
Noviembre 6, 2016

 

6 comentarios en “Raíces Maternas

  1. O sea que usted es el » Negro Santo», leo que usted es una persona con una gran preparación académica que se siente orgulloso de sus raíces, ¿cuando completa la autografía? enséñeme a escribir¿si?

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