La pluma de mi tío

Recuerdo que el tío Antonio siempre escribía usando lo que coloquialmente se llama una pluma fuente, no usaba bolígrafo o lápiz. Ya de viejo, solamente usaba su querida Mont Blanc.

El tío se sabe las historias de casi todas las marcas de las plumas de escribir más conocidas, nos platicaba frecuentemente, para empezar, que el nombre correcto es pluma estilográfica y que las primeras plumas Mont Blanc se empezaron a fabricar a mano en el más puro trabajo artesanal europeo, alemán específicamente, en 1924. Su diseño se considera elegante y se caracteriza por su plumín, el corazón de una estilográfica. Cada plumín es de oro de 18K con forma de corazón, se graba a mano con un meticuloso proceso de más de 30 pasos. En el grabado destaca el número “4810”, que representa la altura de la montaña culminante de Los Alpes, Mont Blanc. Todo esto hace que las plumas de escribir Meisterstück se consideren excepcionales.

Frecuentemente recordaba con nosotros que hace muchos años, una vez que tuvo la oportunidad de visitar Alemania, lo único que había comprado, fue precisamente su pluma Mont Blanc. Fue en Heidelberg nos platicaba emocionado y en alguna ocasión incluso, nos mostró la nota que aún conserva de la tienda en la que la compró.

Recuerdo que las muchas veces que visité al tío Antonio, en su casa o cuando estaba trabajando, siempre tenía a la mano su Mont Blanc. Ya viviendo de regreso en Oaxaca, me llamaba la atención el estuche original que estaba a la vista sobre su escritorio. Si tenía que escribir, inmediatamente echaba mano de su estilográfica. Algo que llamó mi atención es que en cualquier ocasión que lo visitaba, el frasco de tinta parecía siempre estar a la misma altura, a pesar de que sabía y veía que la usaba frecuentemente.

El día empezó como cualquier otro lunes. La persona que hacía la limpieza llegó temprano y empezó a limpiar el departamento. Siempre dejaba para el final la limpieza del estudio, incluyendo el escritorio, justo donde siempre estaba el estuche con la pluma. Mi tío tenía poco de conocer a Ana, yo nunca se lo comenté pero desde que supe de ella no me dio mucha confianza. Al terminar sus labores, ya en la noche, Ana se retiró.

Un poco después se escuchó que Don Alejandro, el cartero, andaba repartiendo la correspondencia. A últimas fechas las entregas las hacia también en la tarde, noche. Don Alejandro y mi tío se conocían de muchos años, así que cuando mi tío estaba en la planta alta de su departamento, el cartero entraba al estudio y dejaba sobre el escritorio la correspondencia. Al salir se despedía y mi tío desde arriba le deseaba que acabara bien su recorrido.

Ya entrada la noche, poco después de que se fue Don Alejandro, la señora Susi, vecina del mismo conjunto, vio la puerta abierta del estudio y entró a saludar a mi tío. Era común que a esa hora de la noche, la señora Susi viniera a fumarse un cigarro y platicar unos minutos con mi tío. Esa noche, platicaron como de costumbre y cuando se terminó su cigarro, le dio las buenas noches.

En ese año, durante mis vacaciones decembrinas, tan pronto llegué a Oaxaca, fui a visitar a mi tío Antonio. Después de los saludos, abrazos y los cómo estás rigurosos; mi tío con tono sombrío me platicó que su Mont Blanc había desaparecido. ¿Cómo? le respondí de inmediato, y me platicó la historia que ustedes ya saben.

¿Le preguntaste a Ana?, le dije. No, respondió; ya no regresó a la semana siguiente. Bueno y ¿no comentaste algo con Don Alejandro?, tampoco, me dijo. El martes me enteré por los vecinos que el día anterior había sido su último día de trabajo, se jubiló y desde entonces no lo veo; es una lástima que no me haya podido despedir de él por no haber estado en mi estudio. Ese lunes también te visitó doña Susi, le recordé. ¿Y…? dije apresuradamente. Le platiqué que mi pluma se había perdido, me respondió, y lo que me dijo fue: cómprese otra Don Antonio; y siguió platicando de no sé qué.

La Mont Blanc de mi tío nunca apareció. Los años siguen pasado y cada ocasión que regreso a Oaxaca, saludo y platico con él, cada vez más viejo. Extrañamente el nivel del tintero sigue bajando, pareciera que la tinta y la vida de mi tío están próximas a agotarse.

Dr. Puck
Diciembre 11, 2016

 

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