Hace dos años…
Anoche, en la parte baja de la novena entrada, había hombre en la primera y el bateador en turno conecta un hit. Es entonces cuando siento que alguien, por atrás, me toca el hombro. Volteo sorprendido. Sonriendo, emocionado y como queriendo explicarme la jugada, el viejo me dice: bateo y corrido.
Luego los Guerreros anotan una carrera y el juego se empata. Queda hombre en tercera y el bateador en turno conecta de hit, impulsando la carrera del triunfo. Mientras todos gritan, festejan y echan porras. Nuevamente vuelvo a sentir su mano en mi hombro. Volteo. Lo veo con la mano derecha en alto dirigiéndola hacia mí, invitándome a “chocarlas”. Lo cual hago. Sonriendo y emocionado me dice: ganamos. Ganamos, respondo.
Hoy recuerdo mentalmente la escena. A su lado estaba un joven pero fue conmigo con quien quiso comentar y celebrar. No lo había visto en juegos anteriores. Hoy caigo en la cuenta que eras tú, como en los viejos tiempos, explicándome y celebrando conmigo las jugadas. Anoche me recordaste que siempre vamos juntos al beisbol, gracias papá por recordármelo. Hoy, me siento tranquilo a pesar de tu ausencia física.
21 de junio de 2015.
Post data
Desde que recuerdo, mi padre fue amante del beisbol, como jugador, organizador y en ocasiones hasta patrocinador de equipos. Siendo yo el primogénito, sé que le hubiera gustado mucho que yo practicara ese deporte, afortunadamente mis hermanos sí tuvieron esa habilidad y en muchas ocasiones llegaron a jugar en el mismo equipo.
La mayoría de las veces, cuando tenían juego, yo los acompañaba; posteriormente cuando dejó de jugar, íbamos a ver un juego solo por el gusto al beisbol. Cuando yo venía de vacaciones a Oaxaca y se ponía a ver un juego en la televisión, trataba de acompañarlo. Cuando los Guerreros comenzaron a jugar en Oaxaca, casi siempre íbamos a ver los juegos. El tiempo y el daño neuronal progresivo que causa la diabetes cada vez le hizo más difícil ir al estadio. Algunas veces cuando venía a Oaxaca le insistía en que fuéramos a pesar de todos sus malestares, y como siempre insistía en pagar, explicarme las jugadas y celebrar conmigo.
Papá ahora creo entender que viviste plenamente tus nueve entradas, a veces me parece que pudiste haber jugado unas entradas más entre nosotros, eso me daría una gran alegría; pero el “ampayita” (como solías decir) del juego de la vida sabe los tiempos justos para cada quien. Papá te amo y recuerdo con mucho cariño.
Dr. Puck
18 de junio de 2017.
Los padres siempre se extrañan